Creo que, con estos calores, lo de los helados va a ir para laaaargo. Tengo un par de ellos, que quedaron bastante bien, guardados a ver si tengo un rato para publicarlos.
Quisiera hacer tantas cosas y llego a tan pocas. Pero, no pienso estresarme. Hay cosas muchísimo más importantes que esas tonterías que, a veces, dejo que me pongan de los nervios. Porque, muchas veces no puedes evitar que la vida te lleve a su ritmo. Pero, cuando oyes o ves ciertas historias (te toquen de cerca, o no), que te llegan al corazón, te das cuenta de que hay que replantearse algunos conceptos, que nosotros gestionamos nuestro tiempo y, el que tenemos libre, hemos que emplearlo en aquéllo que realmente nos llena y nos da satisfacción. A veces, es un libro, una peli, un rato jugando con tus hijos, hablando con tu pareja, paseando... simplemente, disfrutando de lo y los que quieres. Estoy intentando cambiar ciertos puntos de vista...
Bueno, bueno, que si me pongo filosófica le doy la brasa a cualquiera. Y hoy no va de brasas, sino de un rico helado, que desapareció del congelador en cero coma...Sí, me tocará volverlo a hacer (creo que aún me quedan fresas en el congelador)
Amos allá:
- 200 gramos de fresas congeladas
- 60 gramos de azúcar
- 2 yogures de sabor fresa
- 50 gramos de azúcar invertido
- 200 ml. de nata de montar
- 2 yemas de huevo
Sacamos la nata de la nevera y la batimos hasta que quede semimontada (este paso no es imprescindible).
Batimos las dos yemas con los 60 gramos de azúcar. Añadimos los dos yogures de fresa y seguimos batiendo. Incorporamos el azúcar invertido y...premio!: seguimos batiendo.
Incorporamos la nata a la mezcla anterior. Con una espátula mejor que con las varillas.
Ponemos la heladera en marcha y, tras 30-40 minutos, tenemos el helado mantecado.
Sacamos el helado y le añadimos las fresas, que habremos triturado (sin descongelar).
Os tengo que confesar que, tras esos 30-40 minutos de heladera, se me desbordó el helado. Era como si aquéllo llevara levadura y hubiera crecido y crecido...llené un recipiente de 850 ml. hasta el borde.
Eso sí, durar, lo que se dice durar, no duró mucho. Mis hijos y mi marido dieron buena cuenta de él y se ha convertido en uno de sus preferidos. El sabor a fresa les encanta, y este helado tiene un puntito ácido que les gustó un montón.
Yo, como llevaba nata y yogures, me limité a babear mientras ellos lo disfrutaban...ayyyyyy