Recuerdo haber comido muchas torrijas en mi infancia, cuando aprovechábamos (más bien aprovechaban) todo y no se tiraba nada, porque el tema no andaba para tonterías. El caso es que cuando había torrijas para merendar, había eso, torrijas y nada más, no como ahora que la mayoría de nuestros hijos tienen un montón de cosas distintas con las que desayunar o merendar. A mí, acabaron por atragántarseme las dichosas torrijas. Y, al redescubrirlas para mis hijos, me he aficionado a ellas y me están de lo más buenas.
La leche que uso es sin lactosa porque tengo intolerancia, pero, a veces, la he sustituido por zumo de naranja, que le da un toque distinto (prueba a hacer una coca de llanda con zumo de naranja en lugar de leche y ya me contarás).
Hay a quien le gusta poner miel a las torrijas, personalmente creo que es sobrecargarlas, ya que, de por sí, son bastante contundentes sin la miel. Pero si eres muy goloso y te lo puedes permitir...
Ingredientes :
- Pan del día anterior, o de más si eres capaz de cortarlo sin que se desmigaje (con los panes de hoy en día ya se sabe...)
- Leche (con o sin lactosa, o zumo de naranja, o leche vegetal, según gustos o necesidades)
- Canela en rama
- Cáscara de naranja
- Clavo de olor entero
- Huevos
- Azúcar
- Canela
- Clavo de olor molido (opcional)
- Aceite de oliva
El procedimiento es el clásico de toda la vida.
Cortamos el pan en rebanadas de 1'5 cm más o menos.
Ponemos en un cazo la leche a infusionar con la canela en rama, un par de cucharadas soperas de azúcar, dos clavitos y la cáscara de naranja. Cuando ha hervido un par de minutos (cuidado con la leche que es muy traicionera y enseguida se quiere escapar del cazo) la retiramos del fuego y dejamos que entibie. La colamos y reservamos.
Mezclamos azúcar con canela en polvo y un toquecito de clavo molido (digo toquecito porque es lo que yo hago con el bote de la especia). Hay que tener cuidado con el clavo porque se puede "comer" el resto de sabores.
Batimos los huevos, con un par (si son grandes), para una barra de pan, puede ser suficiente.
¡Ale, pues ahora viene cuando te pringas!
El procedimiento es bien sencillo: cogemos una rebanada de pan, la mojamos en la leche ya tibia, de ahí al huevo batido. La embadurnamos bien. Freímos en el aceite de oliva bien calentito y la pasamos a un plato con papel de cocina, para que absorba el aceite sobrante.
(Tengo que decir que a mí las torrijas no me gustan muy empapadas en leche, no me gusta comerla y que se me deshaga en la boca, pero eso va a gustos, claro. Así que la leche sólo se la "enseño", las mojo muy poquito)
Sin dejar que se lleguen a enfriar, las rebozamos en la mezcla de azúcar, canela y clavo...
¡Torrija preparada!
Pueden aguantar perfectamente dos o tres días en la nevera, pero, claro, como el primer día no estarán. De hecho, lo normal es que se vayan resecando un poco por el exterior, aunque también habrán tomado más sabor a las especias.
Los niños las pueden tomar con un buen vaso de leche. Para mí (que dejé de ser niña ya hace mucho), el acompañamiento perfecto es un chupito de mistela o moscatel valenciano. Y, si la comida no ha sido muy copiosa, son un perfecto postre.
Bueno, aún no las he hecho. Pero mañana sábado seguro que las hago. Hace mucho tiempo que no como. Pero volveré a recordarlas con tu receta. He descubierto que ya no tengo que apuntarme las recetas ahora te tengo a ti. Un beso.
ResponderEliminarMarga
Jajaja, ya sabes que lo que quieras! Pero también te tienes que aprender alguna receta de tu tierra de adopción para que la haga. Seguro que por allí hay cosas riquísimas...A ver si vienes pronto y con tiempo, y nos vamos de cenita las chicas.
ResponderEliminarUn besote grande, preciosa.
Teta, tu tarta de crema de limon triunfó anoche y ha triunfado hoy. Cuelga la receta!!
ResponderEliminarPor cierto, ya soy seguidora!!
Lo haré, bombón. Lo que no sé es de dónde sacar un duro de tiempo!
ResponderEliminarMe encantan las torrijas a ver si puedo prepararla este finde. Besos
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