Mi relación con el salmón ha sido tortuosa. He tenido temporadas de comerlo mucho y de todas las formas posibles, temporadas de tolerarlo y temporadas de no poder ni olerlo, sobre todo en los embarazos ¡qué angustia me daba! (Hablando de su olor… os diré que si lo ponéis en el horno, en lugar de en la plancha, apenas se os esparcirá ese olor tan característico del salmón).
Esta es la forma en que siempre lo hemos hecho en casa. La única incorporación ha sido la del laurel y la pimienta.
Ahora es una buena temporada para el salmón. En muchos sitios lo venden a muy buen precio si compras el salmón entero o medio salmón. Si tienes sitio en el congelador para conservarlo, es ideal.
Dependiendo del trozo de salmón que vayáis a marinar, tendréis que multiplicar las cantidades. Porque el salmón tiene que quedar cubierto totalmente por la mezcla que vamos a hacer. Sacará todos sus jugos, pero quedará delicadamente gustoso.
- Trozo de salmón (yo suelo ponerlo de un palmo más o menos) lo más desespinado posible que os lo puedan preparar en la pescadería.
- 1 vaso de sal
- 1 vaso de azúcar
- 1 cucharada de eneldo picado
- Pimienta negra molida
- Un par de hojas de laurel finamente picadas
Cuando tenemos la mezcla hecha, ponemos en una fuente una capa de la mezcla de marinar. Sobre ésta el salmón y terminamos de cubrir bien el pescado.
Las dos últimas veces que he hecho, ha sido de la parte de la cola. Esta última vez fue solo una parte y la anterior, las dos partes de la cola. Os tengo que decir que queda muchísimo más gustoso, con algo más de su grasita, cuando se hace las dos partes. Al menos, a mí, me gusta más.
Ponemos en la nevera la fuente con dos o tres bricks le leche o lo que tengamos a mano, pero que nos dé 2-3 kilos de peso sobre el pescado. Dejamos 24 horas.
Damos la vuelta al pescado, colocamos el peso encima y dejamos otras 24 horas en el frigorífico.
Pasadas estas últimas 24 horas, sacamos el salmón del marinado: veréis que ha hecho un montón de “agua”. Esto lo tiramos. Limpiamos el salmón bien con papel de cocina o, si no queda suficientemente limpio, lo podemos limpiar un poco bajo el grifo ( no mucho, porque no queremos “deslabazarlo”).
Con un buen cuchillo y bien afilado, filetearemos fino nuestro trozo de salmón. Y ya podemos disfrutarlo… o casi.
Podemos ponerlo en aceite –para esto, me gusta el de girasol- o congelarlo. Yo hago esto último porque, además de resultarme más práctico y cómodo, me da más seguridad el tema de congelarlo. Si lo ponéis en aceite, tiene que estar el salmón siempre cubierto, si no, se os echará a perder enseguida.
Podemos disfrutarlo en ensaladas, tostadas con aceite, con mantequilla normal o aromatizada… eso ya a vuestro gusto e imaginación.
¡Espero que os guste!
Es una delicia! Y a los que nos gusta consumirlo en cantidades industriales nos merece la pena hacerlo, porque su precio es un pelín caro, así que hay que aprovechar las ofertas de salmón fresco y hacerlo nosostras mismas, que además está buenísimo!! Un beso.
ResponderEliminarHola Maite!!! Mi madre también lo hace pero le diré que le añada las hiervas y lo de congelarlo no lo sabía que se podía, anoto todo y lo pondremos en práctica para estas navidades, bssss.
ResponderEliminarMe encanta, pero me hace daño, no soy capaz de digerir su grasa, me sienta mejor el ahumado paro siempre en pequeñas cantidades, asi se ve buenisismo debe darle un sabor ese marinado que me encantaria probarlo, un besito
ResponderEliminarque delicia, tiene muy buena pinta
ResponderEliminarbesos
Interesante lo del olor, por suerte a mi nunca me ha dejado de gustar el salmón en ningún momento. De hecho, es uno de mis platos favoritos, salmón combinado con cualquier comida siempre sabe rico
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